domingo, 21 de agosto de 2016

LOS HEROES NO QUIEREN MORIR

El Mediterráneo agoniza. No es algo nuevo, pero sí persistente. Recuerdo que, hace ya años, al poco tiempo de llegar aquí, escribí una entrada sobre si este lugar era adecuado para iniciar un proyecto de autosuficiencia. Por aquel entonces, dejé claramente abierta la puerta a la experimentación, a la adaptación ante un medio adverso, al trabajo constructivo.
Pero ha pasado el tiempo y, ¿qué nos encontramos? Un clima cada vez más seco y cálido, que a su vez provoca alteraciones profundas del ecosistema: las pocas zonas boscosas que quedan se resecan, lo pinos se mueren; la vegetación de la garriga llega hasta la extenuación en la canícula; se han perdido las esporádicas lluvias tormentosas de julio y agosto que constituían ese respiro estival a la aridez; aparecen nuevas especies de insectos agresivos, y los que ya habitaban la zona se han vuelto más violentos; en lo que se refiere a los cultivos, el ser humano ha optado por la especialización, centrándose en una o dos especies de las cuales pasa a depender en exclusiva: el olivo y el almendro. Se arrancan viñedos, se pierde biodiversidad. Ha habido algún avance en el uso de fitosanitarios: la tendencia es a que descienda su uso en aras de una agricultura menos química; se va optando por menos laboreo y más cubierta verde...todo esto nos alegra, pero estos avances tan lentos en los usos humanos se tambalean ante las condiciones que, año a año, se vuelven más y más difíciles.
No nos engañemos: hay lugares en donde no hay que esperar más de dos meses para ver llover, donde no se arrancan las viñas porque las administraciones dan dinero por ello, donde se plantan cepas para experimentar nuevos métodos innovadores y respetuosos con el medio ambiente, donde la tierra sea negra de humus y no roja y marciana. Amamos este lugar: pero el esfuerzo que se necesita para vivir en él roza ya lo imposible. El heroismo es nuestro lema: pero no queremos ser héroes muertos.

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