lunes, 4 de abril de 2011

CONOCETE A TI MISMO


Esta frase, antigua, tiene hoy más vigencia que nunca. Porque con tanto bombardeo mediático, ordenadores, redes sociales, escuela, actividades extraescolares...¿vosotros creéis que dejan tiempo a las personas para conocerse a sí mismas? Los pobres niños tienen que ocupar todo su tiempo en conocer: conocer otras cosas, conocer hechos, absorber contenidos académicos, relacionarse con gente, por supuesto ver la tele...pero no se paran a pensar. No les dejan pensar. Y si no hay tiempo para pensar, no hay tiempo para pararse y reconocerse, para ver cómo reaccionamos ante la vida, qué nos interesa, qué nos mueve, qué sentimos. Por supuesto, formación a nivel de autoconocimiento, nula. Eso se deja para la consulta de los psicólogos y psiquiatras, cuando la persona ya es adulta y entonces se le viene el mundo encima.

Estar en el monte en plan autosuficiente es un medio excelente para conocerse a uno mismo. Cuando estamos solos, cuando vamos dejándonos penetrar por el entorno, cuando empezamos a sentir las fuerzas naturales fluir dentro nuestro, cuando empezamos a pensar en nuestras actitudes, en nuestras reacciones, nos damos cuenta de cuántas cosas han sido predeterminadas por la sociedad, por leyes y esquemas externos a nuestra manera de ser. Podemos reconocernos. ¡Qué apasionante! A veces encontraremos cosas que nos gustarán: descubrimos nuestra valentía, nuestra capacidad de trabajo, nuestra resistencia...a veces podemos reconocer cosas más ocultas: nuestros miedos, cosas que nos hacen sufrir, que nos debilitan...pero no debemos asustarnos. Somos de una manera por nosotros mismos y por nuestras circunstancias sociales: si vamos dejando el lastre de los convencionalismos, podemos llegar a nuestra esencia. Es una experiencia apasionante. Descubriréis cosas maravillosas si os buscáis. Y podéis empezar ya mismo: dedicad cada día unos minutos a pensar sólo en vosotros. Sin nadie alrededor, sin música, sin tele, sin nada más que vuestro pensamiento. Veréis que somos como el horno: todos tenemos una llama que nos arde en nuestro interior, pero sólo se ve con claridad y en todo su esplendor cuando fuera está oscuro y no interfiere nada con su fulgor. Cada uno es diferente, cada horno da una llama, un calor diferente. ¿Cómo es tu llama?

4 comentarios:

i dijo...

Arde el fuego en el interior
miles de almas respiran en el corazón
y una solitaria realidad resplandece.
El cielo brillante amanece
mientras nos acucia el devenir.
Nada que hacer, solo ser.
Luce el éxtasis,
mientras sazona con mil sabores.
El olor de la candidez
el suspiro del esfuerzo.
Aire que embelesa,
como las gotas del rocío.
Una lluvia mágica que nutre,
que adorna los amaneceres tibios.
Inmóviles, giramos, bailamos,
sin imperios, con grandezas.
El día lúcido, la noche infinita.
Dormimos, despertamos.
Somos un uno multiforme.
Agradecidos por la inspiración,
bebemos el elixir eterno.
Continuamente.

A Robin
Gracias por ser.

Robin dijo...

Todas y cada una de estas palabras, tienen un ser. Es la más hermosa danza de palabras que he sentido nunca. Me inclino ante tí, trobador eterno.

i dijo...

Igualmente exploradores de la luz y el gozo sencillo.
No suelo inspirarme mucho ni componer muchos versos.
Cuando se abre una ventana todos los que habitan en la casa la ven y sus corazones cantan, a su aire, en armonía con la alegría.
Gracias, otra vez, por narrarnos vuestra vida y llenarnos de sonrisas de satisfacción a todos los que os visitamos.

Robin dijo...

Soy feliz al saber que te hacemos sonreir. Pero el intercambio es recíproco: tu satisfacción nos reconforta.